miércoles, 1 de septiembre de 2010

CRISTINA

Sylvina Walger tiene la particularidad de escribir y decir cosas que no pasan desapercibidas. Se puede estar a favor o en contra, sea en forma total o parcial, pero no habrá indiferencia ante sus afirmaciones.

De legisladora combativa a presidenta (sic) fashion, mantiene esa premisa: quienes defiendan al oficialismo lo aborrecerán; los opositores se sentirán reconfortados con su lectura. Pero nadie se hará el distraído.

También hay que reconocer que la autora es una rara avis en la literatura periodística masiva local: se mantiene coherente como censora del poder de turno. En los 90, publicó Pizza con champán, una semblanza impiadosa de Carlos Menem y su entorno. Ahora, vuelve a la carga con Cristina.

No hay que pasar por alto que Walger domina muy bien la pluma y, sobre todo, el sarcasmo. En ese sentido, y en el de ariete anti-K, se alinea en la misma senda de Jorge Asís, aunque a diferencia de este último nunca se desempeñó como funcionaria o defensora del riojano más famoso.

El texto, de menos de 200 páginas, posee gran dinamismo y se deja leer con muchísima fluidez, a pesar de la cantidad de datos recopilados.

Sorprende la supremacía de citas a notas del desaparecido diario Crítica de la Argentina, del cual fue columnista la autora (esta superpoblación de alusiones, no precisamente complacientes hacia el kirchnerismo, explicarían por qué, a la irresponsabilidad empresaria de haberlo clausurado, podría sumársele la falta de interés de la Casa Rosada en reabrir un matutino con tales antecedentes).

Como lector, debería señalar que las embestidas de Walger contra la primera mandataria y Néstor Kirchner (incluido el relato de una supuesta agresión física del ex presidente a su mujer en la noche del "voto no positivo" de Julio Cobos, en plena crisis con el campo -hecho sobre el cual debería explayarse Alberto Fernández, quien aparece allí mencionado como presunto testigo), suenan excesivas y descarnadas.

Sin embargo, podría justificarse que -tras el panegírico Reina Cristina, de Olga Wornat, que pintaba un perfil inmaculado de CFK- era necesario que alguien se atreviera a mostrar el lado B de la jefa de Estado, con similar grado de extrema parcialidad, aunque en sentido contrario al anterior.

Y aquí me permito una digresión: Cristina guarda una evidente lógica de estilo y de fondo respecto de Pizza con champán, pero ¿de qué manera Wornat justifica la redacción sangrienta de Menem. La vida privada, frente a la edulcorada y artificial Reina Cristina?

Indirectamente, Sylvina Walger muestra el paralelismo entre la señora de Kirchner y su complaciente biógrafa. Ambas fueron antimenemistas -si bien con zigzagueos-, y terminaron fundidas en el poder santacruceño, y en la imprenta, en la década siguiente. A contrario sensu, SW permaneció en la vereda de enfrente en estos casi veinte años, sin importar quien ejerciera el mando.

El título que acaba de lanzar Ediciones B equilibra la biblioteca y las bateas de las librerías. Se podría decir que era necesario (además, a la autora le debe haber servido de catarsis).

Los oficialistas no debería inquietarse, mientras los detractores salen corriendo a comprar Cristina. De legisladora combativa a presidenta fashion: el público inteligente sacará sus propias conclusiones, mientras la historia sigue trascurriendo "en vivo y en directo".

MARCELO MENDIETA ( elinformatorio.blogspot.com )